jueves, 18 de mayo de 2017

Los misterios revelados del fardo





Hasta el 31 de mayo serán expuesta las ofrendas halladas en el denominado fardo 298, el último de los fardos “de primera” catalogados así por su descubridor Dr. Julio C. Tello, padre de la arqueología peruana. La muestra coincidió con la publicación de la edición número 30 de la revista Arqueológicas, con sus once capítulos dedicados exclusivamente a todo el proceso de apertura y puesta en valor del citado 298.

Las ofrendas son expuestas desde el 15 de abril en el salón Paracas del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP) ubicado en Pueblo Libre. Los visitantes también podrán contemplar un breve vídeo del proceso de desenfardelamiento y rescate del 298 y, de paso, conocer el nuevo salón donde se exhiben otras maravillas textiles del antiguo Perú.

Como se sabe, a partir de 1925 Tello recuperó casi medio millar de fardos en tres importantes necrópolis iqueñas, de las cuales 33 fueron catalogados como “de primera categoría” por el propio Tello. Hasta principios del siglo XXI se creía que todos estos ya habían sido desenfardelados, pero los especialistas del MNAAHP descubrieron que el fardo 298 -pese a su importancia- había sido archivado entre fardos de menor categoría.

Lo curioso es que todo indica que fue el propio Tello quien decidió “esconder” el 298 entre fardos de menor categoría para evitar su salida del país. En 1929, el Gobierno de Augusto B. Leguía decidió donar y prestar los mejores fardos Paracas para su exposición en museos y ferias de todo el mundo. Ahora se cree que Tello le cambió de categoría para evitar la expatriación del fardo 298.

El proceso de apertura del fardo 298 empezó en el 2005, a cargo de un equipo de arqueológos liderados por Carlos del Águila y cinco curadoras expertas en artefactos líticos, cerámicos, metales, textiles y restos humanos. Luego de un largo y meticuloso trabajo, el fardo demostró su valor con el hallazgo de una docena de grandes mantos tejidos con la conocida iconografía Paracas y otras finas piezas textiles que, entre otros detalles, incluyen tejidos de pallares multicolores. También se hallaron cerámicas y algunas piezas de oro.

Hoy sabemos que el enterrado fue un hombre de 40 a 50 años de edad, que medía 1.64 metros, era de contextura atlética, diestro, un cráneo alargado de acuerdo a las costumbres de la élite social de la época; y tuvo una vida con mucha actividad física vinculada a actividades pesqueras y agrícolas. También se sabe que sufrió de caries y otras graves dolencias dentales por la falta de higiene. En el fardo fue hallado el cráneo -también alargado- de un joven de 11 a 14 años de edad.

Sin embargo, los expertos comprobaron que el archivamiento del fardo fuera de su necrópolis y abierto luego de 70 años contribuyó a la destrucción de finas piezas textiles.

Pero lo mejor es visitar las instalaciones del Museo de Pueblo Libre para comprobar que un fardo funerario puede dar nuevas luces sobre la vida y la cosmovisión de una gran civilización que prosperó en los actuales territorios de Ica, en el sur del Perú.


Fuente: http://larepublica.pe





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