miércoles, 23 de noviembre de 2011

Articulo: Ah ... Honoratos !!!!


AH….HONORATOS !!!!


Por: Elizabeth Altamirano Gómez
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En el litoral sureño del Perú,  entre los puertos de Quilca y Matarani se ubica Punta Hornillos y detrás hacia el norte, la caleta Honoratos, son un par de playas casi gemelas,  tan serenas,  tan limpias y  libres de polución,  ahhh!! son lugares muy acogedores.  También se la conoce como “Nonatos”,  en Mollendo le dan la acepción de ‘mal nacido’.  Es de clima sub tropical – templado,  excelente en verano.



Ingreso a la caleta por mar


Se puede llegar a la zona caminando dos días;  o por mar,  alrededor de tres horas y media.  Es recomendable disponer siquiera de tres días (por el tiempo que toman los traslados) y hay que llevar todo lo necesario para dormir, comer, beber y divertirse, como equipo de pesca, buceo o escalada.  Se pueden fotografiar además del paisaje,  aves,  lobos marinos,  pingüinos,  flora y fauna marina,  entre otros atractivos.

Para visitar la zona,  salimos de Arequipa muy temprano (05:00 a.m.) hacia Matarani,  en el cruce hacemos trasbordo a los colectivos que nos acercan al muelle,  ahí embarcamos en botes o bolicheras de pesca artesanal,  actualmente se dispone de botes especiales para el traslado de personas.  Es interesante observar los trajines de la ocasión,  teniendo cuidado con el equipaje de todos y cada uno de los excursionistas, no sólo por el deterioro sino también por el extravío.  Febril el movimiento de botes,  gente  y  otros personajes como pelícanos y otras aves instaladas en las embarcaciones cual marineros,  dejando sus blancas huellas por todo lado, lobos amistosos procurando comida fácil del esfuerzo de los pescadores.



A nadar


Bien, una vez instalados en la embarcación iniciamos la  aventura de 10 millas,  al comienzo es ameno,  entre el movimiento comercial y la nueva sensación de vaivén del oleaje y la inmensidad de nuestro mar,  la variedad de colores y formas de lanchas, botes y veleritos.  El paisaje nuevo y caprichoso de los acantilados vistos desde el mar; sin embargo  ante lo uniforme de lo mismo y el reloj que no avanza, se torna algo tedioso,  entonces hay que buscar delfines en el horizonte, lanzar comida a las gaviotas, atender a los que se marean,  saludar a cuanto barquito se nos cruza, observar los frágiles barquichuelos que temerariamente se acercan a los acantilados a extraer mariscos, algas,  ganando así el sustento de la generosidad de nuestro mar.

Recuerdo que la primera vez que fui me pregunté, ¿qué temor puedo sentir en la embarcación grande y sólida en que estoy?, frente a las “bateas” que danzan haciendo piruetas entre el oleaje y el continente,  bueno,  hay que distraernos como se pueda las tres o cuatro horas siguientes.  Desde el inicio se ve hacia el norte una punta muy difusa que sobresale en el litoral ¡eso es Hornillos!,  se trata de llegar a ese punto que permanece ahí……sin variar…tres horas,  sin embargo,  cada vez se acerca más y más hasta que de pronto aparece un paisaje inusitado,  pasamos entre peñascos (el litoral y la isla)  llenos de guanayes, gaviotas, piqueros,  otras variedades de aves y hasta pingüinos,  además de lobos,  nutrias marinas,  retorcidas formaciones de la costa, bello!!!, hay que tener las cámaras fotográficas listas.

En ocasiones los lobos se acercan a curiosear,  es emocionante ver la vida tan diferentea nuestra rutina, ahora dependemos de la pericia del piloto para maniobrar entre rocas y turbulencias a fin de ingresar hacia las playas de nuestro destino,  debe conocer bien la ruta para no encallar,  esta geografía zigzagueante de acantilados e islotes conforman una suerte de rompemuelles natural y es la razón para que el oleaje fuerte no llegue a las playas,  haciéndolas ‘mansitas’;  después de unos minutos ….se abre el paisaje esperado y calmo que se nos ofrece,  es la madre naturaleza recibiéndonos con los brazos abiertos.  Pié al agua  para alcanzar playa y desembarcar todo el equipaje,  tarea de equipo, de comunidad.



Vista general de la primera playa de la caleta


Ya instalados hay muchas cosas que hacer; exploraciones hacia las partes altas cubiertas de arenosas dunas,  de ceniza volcánica,  de cuarzos y caprichosas formas,  ¡qué hechos dantescos habrán ocurrido en este planeta para conformar ese paisaje!  Si por el litoral vamos hacia el norte llegamos a otras playas: La Guata,  La Aguja (Ancupita o La Francesa),  hasta Arantas, más playas exclusivas.  Contrariamente al sur vamos a Punta  Hornillos para observar e interactuar con los lobos de pelo fino que hay en esta zona,  a diferencia de Paracas en que abundan los de pelo chusco.  Gran playaso socializando con los cangrejos buceando en aguas cristalinas, si tenemos bote como generalmente ocurre,  podemos hacer pequeñas exploraciones marinas;  los aficionados a la pesca se lucen.  Si hay moto náutica, ya no ya!.  El apetito se despierta en estas circunstancias,  tarea de los cheff, la sed se calma con la bebida del amigo y es gratificante compartir en grupo,  tal situación acerca  y une más a la gente afín,  claro.

Todo tiene un final,  cuando se levanta el  campamento para volver,  ya tenemos nostalgia del lugar y ya queremos estar en la próxima ocasión,  es así,  ojalá que toda la zona permanezca como está, es egoísmo pero me gustaría que no cambie,  creo que al convertirse en  ruta eco-turística perdería el encanto de lo incivilizadamente natural.



Chalana al agua


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