domingo, 16 de octubre de 2011

Parte VII: Vuelta al Alpamayo



LA VUELTA AL ALPAMAYO

VIENTOS Y SENTIMIENTOS



Ruta del cuarto día entre los dos campamentos en rojo


Nuestro cuarto día caminando, ya nos hemos familiarizado con la montaña, las emociones de los blancos nevados han hecho que olvidemos la vida citadina, computadoras, compromisos, tránsito, se han alejado de nuestra mente; sentimos que volvemos a nuestros orígenes, en donde lo que interesa es: ¿qué vamos a comer?, ¿dónde dormiremos?, nuestros sentidos se enfocan en mirar las nubes, en oír al viento, en oler las flores y nuestras preocupaciones se centran en ¿lloverá?, ¿Estamos siguiendo el camino correcto?, y allí nos encontramos, subiendo hacia el abra de Gara Gara, el más difícil explica Hugo Paulino, por sus fuertes vientos que en agosto a veces hasta a las mulas voltean…


Como tantas veces, seguramente algunos pensamos ¡que exagerado!, pero igual nos hizo salir temprano, 8 de la mañana, el ascenso inicia prácticamente desde el campamento, solo es cruzar el río y comenzar a subir, alejándonos de la pirámide del Alpamayo..., pero regresemos a las primeras horas del día.


Como otras noches, no necesitamos el despertador, 4, 5 o 6 de la mañana abrimos los ojos, unos por el frío, algunos porque durmieron desde las 8 o 9 de la noche y ya descansaron lo suficiente, otros, porque teníamos la inquietud de ver el Alpamayo nuevamente, como recuerdan, al atardecer se encontraba nublado, no pudimos ver al sol iluminar la pirámide, por eso nos inquietaba si iba a llover en la noche, se despejaría y podríamos ver muy de cerca al Alpamayo tras el cielo azul, y así fue…. 3 y 45 de la mañana, despertamos y bien abrigados abrimos la carpa, la puerta estaba estratégicamente colocada para que nos permita ver la pirámide, y allí estaba, iluminada por la luna y rodeada de un inmenso cielo estrellado, el espectáculo fue mucho más maravilloso que nuestras fotos, ojala Artur o Juan Carlos publiquen sus fotos de la noche, y puedan así entender gráficamente lo que vimos.



Siete caminante y el Alpamayo



Nuevamente acostado y después de muchas vueltas en el sleeping, logramos dormir otra vez hasta las 6 de la mañana, no había llovido en la noche, pero se había despejado del todo, que más podíamos pedir, buena vista del Alpamayo y el Abra de Gara Gara despejado de nieve, que bueno, una vez más los elementos estaban de nuestro lado.



El nevado Alpamayo iluminado por los primeros rayos del sol



Las fotos que no salieron bien en la noche, se vieron compensadas por la diversidad de fotos tomadas a la Pirámide en la mañana, iluminada por los primeros rayos del sol, que le daban un marco espectacular cuando aún los otros nevados estaban en las sombras, y que a medida que subía el sol, iba variando en tonos e intensidad, que nos volvían a cada momento para contemplarlo…. y disfrutar de estar allí.


Y nos encontrábamos subiendo la pendiente, Artur que había dormido en el campamento base, ya lo veíamos en el llano, listo para el ascenso con su pesada carga, al poco rato Hugo nos pasaba caminando con el pulmón del lugareño que le permite subir a la misma velocidad cual si fuese en plano, pronto pasamos a un guía con dos turistas que habían dormido en el mismo lugar que nosotros, pero habían partido más temprano, y continuábamos ascendiendo



El nevado Jancarurish



El abra de Gara Gara está a 4830 msnm, y nuestro campamento se ubicó como a 4250, en los números nada difícil, menos de 600 metros de desnivel, pero todo en constante subida, íbamos ya una hora, Cesar, Luis y Luz ya se habían alejado, Manuel, Juan Carlos y Cynthia nos llevaban 15 minutos de ventaja y Artur iba muy cerca de mi cerrando el grupo, luego de la primera pendiente, venía el ascenso en una parte menos empinada, y las turistas nos pasaron raudamente montadas en caballo, que a paso ligero eran llevados por el ayudante de arriero y su guía, lo que nos costaba 400 soles, a ellas seguramente no bajaba de los 400 dólares, y sólo harían hasta el octavo día, no la vuelta completa.



Subiendo hacia el abra de Gara Gara




Ya el sol ilumina no sólo al Alpamayo, sino también al Jancarurish y caminamos junto al Tayapampa, poco a poco frente a nuestros ojos aparecen el pumapampa, el pucaraju y el santa cruz sur y centro, los que Artur pudo ver al amanecer, pasamos una pequeña laguna y el paisaje cambia radicalmente, los últimos 200 a 250 metros comienza el viento, el ichu desaparece y con él casi toda vegetación.




La unica planta en los ultimos 150 metros al abra



A lo lejos vemos la silueta de nuestros compañeros, los primeros ya llegaron al abra, sólo dos horas, yo lo haré en tres, pero igual seguimos caminando.



El abra y arriba Luis, Cesar y Luz Elena.



El suelo se vuelve barroso, porque el hielo y nieve formado hace dos noches se sigue derritiendo y dificulta el ascenso, el cansancio se apodera de nosotros y el viento es más intenso, pensábamos que el abra era lo más ventoso, pero lo singular fue en una curva faltando aún 50 metros, que en efecto nos hizo trastabillar, ufffff, el viento me jaló la mochila, a partir de allí comienzo a caminar con más cuidado, para no resbalar, faltan tan sólo 5 metros, que difícil el ascenso y la incertidumbre, saco o no la cámara, puedo caerme, pero finalmente la saco, vamos a filmar los últimos pasos para el abra de Gara Gara, y comenzamos, jadeando vamos subiendo, estamos por dar el paso final al abra y aaaaaaaa, ufffff casi me caigo, pero logre reponerme y salvar la cámara, ahora a descansar, esperaremos a Artur, protegidos por unas piedras del fuerte viento que nos hiela todo el cuerpo.



La ultima mirada a la pirámide del Alpamayo



Me pongo la casaca y sigo en short, el viento helado se filtra entre las rocas que me protegen y lo siento pasar zumbando por mi costado, al fin llega Artur, ok, supongo un par de fotos y bajamos, nooo, Artur y Juan Carlos son los fotógrafos del grupo, para ellos no basta una simple foto del paisaje, saca trípode, ubica, toma fotos, luego filma, y yo pensando a qué hora termina, pero recompensado porque sigo admirando la belleza del níveo paisaje, al fin, creo fue como media hora, comenzamos el descenso, ya no se ve a nadie en absoluto, una extensa quebrada nos espera por delante, llegamos a una zona llena de florecillas y con algunas construcciones de piedra, un par de fotos ..... y Artur me dice tengo hambre, son solo 5 minutos para sacar la cocina y preparar la comida me dice, bueno en fin, me echo en el piso con la mochila, algunas fotos más y también como algo. Luego de 5 minutos Artur me dice, con el viento demoré 5 minutos en prender la cocina, jajaja tenía humor el polaco, total, ya estábamos allí y nadie nos apuraba. 



La cumbre sur del nevado Santa Cruz



Artur a diferencia del resto, cargaba una buena cantidad de latas de comida instantánea, un día era arroz con pollo, otro carapulcra, otro ají de gallina, jajaj nosotros todos los días sopa ramen, la mayor variación era a sopa ajinomen.

El camino de bajada estaba lo suficientemente marcado como para no perderse, pero por si acaso una revisada al mapa, por sentido común sabía que tenía que ir hacia la derecha, pero el sendero iba por el lado izquierdo de la quebrada, lo que me inquieto, bueno, luego de chequear, era fácil apreciar que a mitad de quebrada tendremos un ligero ascenso hacia la derecha para cruzar hacia la quebrada vecina, en donde debe estar el campamento esperándonos.



La quebrada que nos lleva hacia Mesapampa



Dos horas de camino, la soledad nos hace tener recuerdos, pienso hace casi 30 años mi primera caminata, cuando mi hermana QEPD me llevó hacia Rupac, siento que es como un homenaje hacia ella el estar caminando por allí, y entre nuestro pensar esa quebrada sin nevados a la vista se volvía interminable.


Al fin el camino varía, comienza a cruzar la quebrada hacia el lado derecho, a mitad de ella atravesamos el riachuelo y luego de eso voy a esperar a Artur descansando un rato echado entre el ichu, aprovechando de encontrar la mejor toma para cuando él pasase de piedra en piedra. Casi veinte minutos han pasado, y comenzaba a dormitar cuando me despierto sobresaltado, una gran cabeza apareció a mi costado, entre añoranzas y soñar no me había percatado de unos arrieros que regresaban hacia su comunidad, con más de 10 burros y caballos que pasaron prácticamente rozándome por ambos lados, pues estaba echado en medio del camino.

Los saludos corteses de siempre, nos dicen que van hacia Tarica, y justo está llegando Artur, o no, la toma esperada imposible porque el riachuelo esta todo lleno de los animales y Artur pasa por detrás de ellos sin que le pueda tomar la foto, bueno, gajes del camino, otra oportunidad seguramente habrá.



Riachuelo sin Artur



Comenzamos el ligero ascenso, nuevamente yo me adelanto un poco, son sólo ciento cincuenta o doscientos metros de desnivel en una larga extensión, por lo que casi no se siente que vamos subiendo, pero a pesar de eso lo ya recorrido me ha cansado, cada paso se va volviendo pesado y mi mente va siendo apoderada nuevamente de añoranzas, a las caminatas con mi hermana, cuando trastabillo, nuevamente me concentró en el camino, cuando hay abismos grandes o pequeños, una distracción puede ganarte un fuerte golpe si no algo peor, recuerdo el aprendizaje del montañista, las piernas se cansan y entonces se comienza a andar con la voluntad, seguro voy caminando hasta llegar a un pequeño abra llamado Mesapampa, desde donde diviso la otra quebrada, mochila al suelo mientras espero a Artur, contemplo la laguna de Safuna Baja y al fondo el imponente nevado Pucajirca.


Son las 4 de la tarde cuando llega Artur, nos tomamos unas fotos y comenzamos a bajar, me inquietaba que por más que buscaba no veía el campamento, ¿Nos habremos equivocado?, ¿Habrán acampado más abajo y no por la laguna como quedamos?, ¿si han bajado cuanto tiempo lo habrán hecho?, en la radio nadie me contestaba, así iba descendiendo rápidamente, hasta que después de media hora uffff, que alivio, allí estaba el campamento frente a nosotros, muy cerca, mucho más cerca de lo que pensé, al llegar Paulino me dice acampamos aquí para que nos puedan ver más fácil, jejejeje, lo que no se dio cuenta es que estaban perfectamente ocultos por una loma y ese era el motivo que no los viésemos desde más arriba, hace frío son las 5 y Manuel ya está regresando de haber visto las lagunas y tomar fotos más cercanas a los nevados, que espectáculo, el cansancio del caminar quedo atrás, los vientos y sentimientos también, ahora sólo la alegría nos inunda.


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